El verano suele ser tiempo de descanso. Y el descanso tiende a relajarnos, y a disponernos, por lo común, al feliz encuentro con la ensoñación.
Ayer oí, una vez más, la voz prodigiosa de Nati Mistral, en su interpretación de ¡Ay, Cipriano!, y llegué, fácilmente, al ensueño. Aquella voz me llevó muy lejos. Nati Mistral ya no era la extraordinaria cantante capaz de transformar la palabra en música; Nati Mistral se había convertido en Angela Merkel, que, con aire de chotis, reprendía al Primer Ministro de Grecia. Y, de improviso, se hizo la luz para mí. El turbio asunto del llamado corralito griego se me reveló como el agua pura y cristalina del manantial de alta montaña.
Dejo a vuestra disposición el enlace a este chotis, con la esperanza de que, también vosotros, os abráis al oráculo de Delfos. A tal fin, bastará con que, donde Nati Mistral dice Cipriano, vosotros pongáis Chiripas.
Tío Chinto de Couzadoiro
Muy bueno.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, amigo Mamuma!
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