El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 28 de octubre de 2015

El pirata Pujol



     Hace muchos años, tantos que la memoria se pierde ya por el sumidero del olvido, 17 fragatas de alto bordo se hallaban fondeadas, plácidamente, al abrigo de Puerto España.
     El 22 de enero de aquel fatídico año, el contramaestre Pujol, amparado en la oscuridad de la noche sin luna, amotinó a una buena parte de la marinería, se puso al frente de ella, y, en poco tiempo, tomó el mando de la fragata "Cataluña", y dio la orden de levar el ancla, con intención de alejarse, para siempre, de las aguas de Puerto España. Su propósito era adentrarse en el Mediterráneo, y dedicarse a la piratería.
     A los pocos días, la fragata "España", que había zarpado, en persecución del fugitivo pirata, dio alcance a la fragata "Cataluña", y, al abordaje, redujo a los amotinados, y los forzó a regresar a Puerto España.
     Pujol, el indigno contramaestre de la fragata "Cataluña", fue juzgado, con arreglo a las muy rigurosas leyes del mar, y ahorcado, en el palo mayor de la fragata "España".

Tío Chinto de Couzadoiro
      

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