El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

sábado, 16 de octubre de 2010

Huelga de delincuentes



     Han vuelto a las cloacas. Después de haber organizado una huelga general que se saldó con un rotundo fracaso, Judas y Pilatos, héroes burlescos de una farsa lamentable, se han hundido, nuevamente, en los mundos subterráneos que dan cobijo a los espíritus del mal; y, tal vez, no vuelvan, en mucho tiempo, a ver la luz del día, porque su morada natural es el reino de la hipocresía, y los honrados trabajadores, amantes de la verdad, les han dado la espalda, quizá para siempre.
     Judas y Pilatos, a cual más repulsivo, cantaron, por igual, a voz en grito, el éxito alcanzado con su convocatoria de una huelga general irresponsable. Pilatos llegó, incluso, a decir algo que delata su inabarcable ignorancia: "Hemos roto la barrera del sonido." ¿Sabrá, semejante individuo, que malamente podrá romper otra barrera que no sea la del albero?
     En plena crisis económica, Judas y Pilatos mandaron a sus matones con el encargo delictivo de repartir hostias entre aquellos trabajadores que se negaran a participar en huelga tan criminal; en una España al borde de la quiebra, Judas y Pilatos, conniventes con un Presidente de Gobierno que lo ignora casi todo, pusieron el derecho a la huelga, que nuestra vigente Constitución defiende, muy por encima del sagrado derecho al trabajo, que la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce a todo hombre. Así se entiende que Judas y Pilatos, confabulados con un echador de medias suelas, mantengan, en continua huelga laboral, a miles de sindicalistas "liberados" que, para escarnio del español que vive de su trabajo, cobran, de los Presupuestos Generales del Estado, unas pagas francamente envidiables. ¡Las madres que los parieron!


Barlovento Maciñeira    

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