Vida oculta de Pepiño Blanco
(Capítulo 28)
Cuando los ocho de Lamacido entraron en la consulta que el doctor Ogino tenía en la calle Takakata Katataka, de Tokio, el afamado médico sufrió una gran decepción, al saber que, de los ocho, sólo uno -el más pequeño- requería tratamiento. Además, al perspicaz galeno no se le escapaba que, si el venir de la remota España, en busca de su ciencia, hablaba de la confianza que depositaban en él, el hecho de traer con ellos la imagen de un santo denotaba, por el contrario, más fe en los remedios curativos de la oración.
El Método Ogino consistía, básicamente, en el control riguroso de la temperatura corporal del paciente, a lo largo de mes y medio, como forma de obtener información de su anormal funcionamiento. La singularidad patológica detectada en los ojos de Pepiño suponía un reto para el doctor Ogino, la piedra angular de la imposición internacional de su método. Durante nueve meses -el doctor Ogino, que no era tonto, prolongó el tratamiento, al descubrir que el enfermo era persona solvente- la prensa de todo el mundo informó, casi a diario, de la mejoría progresiva que afectaba al "niño español". La fotografía de Pepiño Blanco llegó a todos los rincones del planeta. Lo mostraba con un termómetro en la boca, uno en cada fosa nasal, dos en las orejas y dieciséis en la cabeza, sobresaliendo del cuero cabelludo. Un periódico danés publicó la foto de Pepiño Blanco desnudo, con los veintiún termómetros que, a modo de antenas, llevaba en la cabeza, con este pie: "¿Un extraterrestre en Tokio?" A la mañana siguiente, se suicidaron cuarenta y nueve suscriptores del diario.
Todo estuvo a punto de malograrse, cuando Pepiño mordió el termómetro que tenía en la boca, y se tragó el mercurio. La cosa quedó en un susto. Los ojos de Pepiño sanaron, y, con el tiempo, la empresa nipona Sanyo Tanyoko, pionera en el desarrollo de aplicaciones informáticas, puso en el mercado el primer robot dedicado a las labores del hogar. Estaba inspirado en la imagen de Pepiño Blanco, cargado de termómetros, y se llamó Tekito Tanko. En menos de un año, Tekito Tanko se convirtió en la gran ayuda de la mujer japonesa: lavaba, cosía, planchaba, fregaba, cocinaba, hacía las camas y regaba el jardín. Tekito Tanko sólo tenía un defecto; era corto de vista, y lo mismo planchaba los cacharros que cosía el jardín o regaba las camas.
Tío Chinto de Couzadoiro
Enlace al Capítulo 29: Sacristán y monaguillo
Enlace a "Vida oculta de Pepiño Blanco": Los 39 primeros
Enlace al Capítulo 29: Sacristán y monaguillo
Enlace a "Vida oculta de Pepiño Blanco": Los 39 primeros
Ánimo, ya queda menos para que llegue a ministro.
ResponderEliminarPues habrá que encargar varias docenas de Tekitos Tankos para faenar en el Congreso o en La Moncloa-k, o para que le hagan de peluquero al Zéjas...ya me gustaría para mí uno, pero esperaré a que vengan de serie con gafas.
ResponderEliminar¡No lo quiera Dios, Paco, que eso sólo podría significar la derrota del PP en las próximas elecciones generales! ¿O te refieres al niño?
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Soberbio comentario, Maribeluca, que, por lo gracioso -ja ja ja ja ja- lleva tu marca inconfundible. Creo que piensan sacar un nuevo modelo, naturalmente con gafas de culo de vaso, y cuentakilómetros, porque, para limpiar toda la mierda que los sociatas van a dejar en el Congreso y en La Moncloa-k, el Tekito Tanko tendrá que hacer un lago recorrido.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Una Meiga con o Demo,
ResponderEliminarComençaron a Falar.
¿A Quien un Fillino Memo
Podriamos Colocar?
Pos Agora que lo Dixes
non AÇierto...En Que lugar
Habra algun Par de Infelixes
a Quien POder Xorobar?
Y a la Çigueña enviaron,
Cega e Con Carga a Volar.
E Detuvose en Galiçia
en Aleatoiro Llar
que Rexibio la Estultiçia
con un Alegre Cantar.
Feliçito al Tio Chinto
Su Biografo Exemplar
que nos Deleita Dia a Dia,
Con Vida tan Singular...
Levanto un Ribeiro Tinto,
y un trozo de Pulpo a Feira,
por El Tio y Lajo Demos,
porque de Lugo a Riveira
A Ver si el Fin Aun No Vemos
de Tamaña Vida "Insine"
que el Capitulos Leemos...
¡Mira si es Viajado el Niño,
que no Para De Moverse.
A Ver Si Puede Volverse
en Humano este "Pepiño"...
¡Aplausos y Carcajadas Tio Chinto!¡Esta Mañana TRas Leer el Capitulo, de la Serie que Sigo pero No Entraba a Comentar, O Demo me ha Escogorciado los Versos, Con los Que Rompia mi Costumbre, que Fueronse a las Inmensas y Frias Tinieblas del Cyberespacio...
He Pergeñado estos Otros y Espero que Entren Esta Vez. De No Ser Asi, Debera ser Cosa de Meigas Guasonas...
¡Un Brindis y que Siga la Juerga Mientras se Pueda!
Ah
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Jajajaja...
ResponderEliminarLa verdad es que la calma de los Japoneses mostrada ante el Terremoto de hace unos meses, iba a desquebrajarse ante la visión de nuestro Pepiño, el Destemplado.
Un saludo, Tío Chinto.
Ahora lo entiendo, lo de Pepiño es por la ingesta de mercurio.
ResponderEliminarLo que no sabía es que por querer, quería quedarse "preñao". Jolín que tío, culito veo, culito deseo..
Pues sí, lo del mercurio lo hace bastante pesado, denso e inaprensible para el común de los mortales. Yo quiero uno de esos para darle de leches todo el día y sin parar.
ResponderEliminarUna vez más, amigo Old Nick, me descubro ante esa facilidad para el verso que le adorna -¡ya hasta en la lengua gallega!- y me deleito con su chispa. Me abruma usted, al nombrarme biógrafo ejemplar de tan preclaro personaje; mi cometido es el de simple divulgador de unos hechos, que el propio personaje quiere hurtar al público conocimiento, por lo que puedan aclarar de tan excelente y encumbrado prohombre.
ResponderEliminarEn fin, amigo Old Nick, que me va a decir de las contrariedades que le produce Internet, si yo mantengo con él, a diario, heroicas peleas.
Un cordialísimo saludo, con brindis y RIAU RIAU incluidos.
Pepiño es cien veces más dañino que un terremoto, amigo Herep, y, desde luego, mucho más traicionero. La suerte de los japoneses es que nunca, hasta entonces, había actuado por allá. Ahora ya lo conocen, y tontos serán si no toman medidas preventivas contra él.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Razón tienes, amiga Candela, al ver, en la ingesta de mercurio, la causa de los futuros desaciertos de Pepiño. El mercurio debe ser muy indigesto. Y, además, produce unos gases que ocultan ciertas consonantes, que, al no ser vistas, no se pronuncian. Lo del "preñao" no sé si podrá explicarse con el indicador de la temperatura que Pepiño se tragó.
ResponderEliminarUn cordial saludo, Candela.
Pepiño debe ser el único ser humano -es un decir, amigo Capitán- que tiene en el estómago un termómetro que le indica con qué temperatura le llegan los entresijos, las gallinejas, las criadillas, los menudillos y los zarajos que se come. Esto lo convierte en un ser único que, en sus discursos, saca por la boca lo que lleva en el buche.
ResponderEliminarUn cordial saludo, Capitán.
"¿Un extraterrestre en Tokio?" A la mañana siguiente, se suicidaron cuarenta y nueve suscriptores del diario.
ResponderEliminarJa,ja,ja,ja.¡Genial,genial!.
Un post brillante y divertidísimo.
Me he reido con ganas.
¡Como lo celebro, Natalia, porque de eso, y no de otra cosa, se trata!
ResponderEliminarAgradezco tu amable comentario. Pero debo reconocer -nobleza obliga- que el personaje me lo pone todo en bandeja. Yo me limito a tomar nota y, posteriormente, a escribir.
Un cordial saludo.
Paisano: Muy bueno, como el resto de los capítulos.
ResponderEliminarLo único que siento es verme reflejado en Tekito Tanko, ya que lo mismo te plancho un huevo que te frío una corbata.
Tu comentario es muy de agradecer, Pochito, por su contenido elogioso.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que dices de Tekito Tanko, puedo asegurarte que debemos ser muchos -yo el primero- los que nos vemos reflejados en él. Tú, por lo que veo, tienes problemas con la plancha y la sartén; persevera, que, al final, conseguirás llevar una corbata sin aceite y hacerte un huevo frito con arrugas.
Un cordial saludo.