Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien la eficaz propaganda de su partido convierte en un hombre de sobrada inteligencia, pronunció dos frases contundentes, con la intención de atacar a sus rivales políticos, que hoy se vuelven contra él con la precisión de un bumerán. Esos proyectiles -"España se merece un Gobierno que no le mienta" y "ETA dice siempre la verdad"-, antes o después, darán con él en tierra, y, tal vez, en el banquillo de los acusados. No creo que el "inteligente" ministro caiga en la desfachatez de asegurar ahora que España se merece un Gobierno que le mienta; pero sí pienso que podría afirmar, en unas horas, que ETA miente siempre. En ese caso, tan previsible, dada la catadura moral del sujeto, quien lo oyera debería lanzarle a la cara, precedidas del insulto más ofensivo, estas palabras: Y con esa banda terrorista, que siempre miente, ¿te atreves a negociar? A esa banda terrorista, después de haberse ensangrentado con el crimen de la T-4, ¿le dices que el acuerdo político es posible?
No conviene llamarse a engaño. Toda la indignidad de este Gobierno, toda la vergüenza que nos hace pasar como nación, estaba ya en aquel primer Gobierno socialista que, conseguido el poder en octubre del año 82, condenó a muerte al barón de Montesquieu. Pues, ya entonces, parecía que ETA ocupaba un asiento en el Consejo de Ministros, si bien como objetivo de los GAL. Hace algunos años, cuando nada se sabía aún del llamado caso Faisán, me preguntaba yo qué inmenso favor debía el Gobierno a ETA, para mostrar tanto interés en ocultarnos la realidad del 11-M. ¿Contradicción entre los GAL y el Faisán? Sólo aparente. Responde a la despreciable relación de amor y odio que mantienen, desde hace años, la banda terrorista y el socialismo español.
El Gobierno de Zapatero, que, para nuestra desgracia, padecemos, ha dado suficientes muestras de indignidad para no seguir un día más en el poder. El Gobierno de Zapatero y Rubalcaba, que no tuvo reparo en sentar a ETA -hablo con lenguaje figurado- en aquel Consejo de Ministros que decidió el cese del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, debe dimitir en pleno, por alta traición, y, sin dilación alguna, ser juzgado por el delito de colaborar con una banda terrorista que se declara enemiga de la nación española. Más todavía, el Partido Socialista Obrero Español, que, a lo largo de tantos años, sostuvo a este Gobierno corrupto, tiene que recibir, del pueblo español, el castigo ejemplar que le impida presentarse, antes de cuarenta años, a unas elecciones generales. Sólo así será posible que vuelva a hacerlo con el grado de limpieza que cabe exigir a una formación política.
Barlovento Maciñeira
Y es que, al final, acaban volviendo a las andadas.
ResponderEliminarPor eso se hace tan necesario, Trecce, evitarlo de alguna manera. Sería muy de desear que todos los partidos se pusieran de acuerdo para legislar la imposición de un castigo a aquel cuyo Gobierno cometa alguna grave tropelía o incumpla gravemente su programa electoral. Pero, por desgracia, no creo que sea posible.
ResponderEliminarNunca dejaron de estar en las andadas. Ítem más, recuerden que el entierro de Montesquieu (la Ley Orgánica 6/1985, del Poder Judicial, de 1 de julio) lo perpetró el primer gobierno de Felipe con media España de vacaciones.
ResponderEliminarTienen una inclinación morbosa a la oscuridad, Aguador, a actuar siempre, como el Ministro de Interior, por ejemplo.
ResponderEliminarGobierno: Dimisión y Banquillo
ResponderEliminarEn eso estamos, Maribeluca. Lo que se va descubriendo pone los pelos de punta, porque confirma las más negras sospechas que muchos teníamos. Dimisión, banquillo y, probablemente, trena.
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