El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

martes, 25 de marzo de 2014

Marcha de la Dignidad



                     Durante la tarde del pasado sábado, el cielo no se mostró clemente con el pueblo de Madrid, al no descargar, sobre la ciudad, la abundante lluvia de agua y detergente que nos habría librado, a los madrileños, de la Mancha de la Indignidad. Y, en consecuencia, tuvimos que padecer, a lo largo de unas horas, la repugnancia de una extrema izquierda pasada de rosca, que vino a vomitar, en nuestras calles, toda la materia descompuesta de una empanada mental revolucionaria, de muy difícil digestión. Porque de eso, precisamente, se trataba.
             En la pretenciosa Marcha de la Dignidad, no podía haber dignidad alguna, desde el mismo momento en que, a su frente, llegaban dos indignos delincuentes comunes del sur, que, con su silencio cómplice, dan por bueno el robo de algo más de 1.200 millones de euros, a los parados de Andalucía. Podemos decir, ciñéndonos a la verdad, que la Marcha de la Dignidad no fue otra cosa que la Mancha de la Indignidad.

Barlovento Maciñeira

"Vida oculta de Pepiño Blanco"
Enlace al capítulo 1:  El desdichado Pepiño

      

3 comentarios:

  1. El cojo mantecas al lado de estos mequetrefes e indignos "indignados" era un pobriño ciudadano en busca de una poquiña justicia callejera.

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  2. No hay día en el que la indignidad no campe a sus anchas, Tío Chinto. Fíjate, si no me crees, en la defensa que hacen, los manifestantes, del pacifismo de la marcha, culpando a la policía de los altercados.
    Como dirían aquellos con distintos collares, no son más que cuatro chavales de la gasolina.

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