El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

martes, 26 de octubre de 2010

Un Senado de ladrones

    

     Puesto que la correcta aplicación de la justicia distributiva nos impone dar a cada cual aquello que le corresponde, parece obligado distinguir al que roba con el deshonroso calificativo de ladrón.
     El Senado se ha llenado, últimamente, de "okupas" que, llegados de todas las regiones españolas, convierten aquella institución política en una cueva de ladrones. Esos indecentes derrochadores de lo ajeno se gastarán, a lo largo del año próximo, 350.000 euros, contantes y sonantes, en concepto de traducciones. Esos individuos despreciables, en un tiempo de vacas flacas como el actual, consentirán que se pague tal cantidad a los traductores que viertan sus pobres decires -en catalán, vascuence o gallego- a la común lengua española que todos hablan. Esos discípulos aventajados de Caco derrocharán ese dinero, en un tiempo lamentable de quiebra económica que ve, con tristeza, la rebaja innecesaria de los sueldos de los funcionarios y la congelación inútil de las pensiones. Esos politiquejos de baja estofa, delincuentes, además, por su desprecio de la Constitución que los obliga a saber la lengua principal de España, de sobra conocida por todos ellos, pagarán, con pólvora del rey, unas traducciones -del español al catalán, verbi gratia- para trasladar a Cataluña el "giliporta" que es, en el idioma universal que habló don Miguel de Cervantes, un monumental "gilipuerta".
     Propongo que miles de ciudadanos salgan a la calle, y griten, cada día, ¡al ladrón!, en las proximidades del Senado; porque siempre creeré en el pueblo que, ante la dejadez irresponsable de las autoridades, se toma la juticia por su cuenta, para sacar de sus madrigueras a los delincuentes, no con intención de proceder a su linchamiento, sino con el propósito de ponerlos en manos de la Justicia.

Barlovento Maciñeira




      

lunes, 18 de octubre de 2010

¿Dónde está el mérito?

    

     Aquel terrible 11 de marzo del año 2004 será recordado como el día en que España no tuvo amanecer. Aquella mañana fatídica, apenas cometido el acto terrorista que acabó con las vidas de 192 inocentes, España quedó sumida en una oscuridad criminal que, mantenida a lo largo del tiempo, llega hasta hoy. Aquella tarde, trágicamente inolvidable, los enemigos de la luz, amantes diabólicos de las tinieblas, cubrieron la verdad con un manto negrísimo para que los españoles no alcanzáramos a conocerla. Unos pocos individuos, indignos representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ocultando y destruyendo pruebas que nos habrían llevado al esclarecimiento de aquella verdad, se hicieron merecedores del castigo eterno, por haber escupido sobre los uniformes que se les habían confiado. Un gran número de periodistas infames, manchados para siempre, desde entonces, con el desprecio de la verdad, pusieron todo su empeño en ocultarnos que los culpables primeros de aquellos crímenes, lejos de hallarse en remotos lugares, se encuentran muy cerca de nosotros. Como remate, un juez dictó sentencia, basándose, para ello, en un sumario deplorable que se había nutrido de todo lo anterior.
     En esta desdichada España, que no ha salido aún de las tinieblas, el poder ejecutivo condecora al judicial. El Ministro de Interior acaba de conceder la Gran Cruz, al mérito policial, al juez Gómez Bermúdez, que tuvo la inmensa responsabilidad de sentenciar sobre aquel atentado. ¿Por qué? ¿Dónde está el mérito policial del magistrado, si no condenó a los culpables? ¿Por qué razón no se concede tan importante medalla a los pocos periodistas que, tratando de desvelar, temerariamente, lo que el Ministro de Interior encubre, dignifican su profesión?
     Como español enemigo declarado de la oscuridad, quiero salir cuanto antes de la situación tenebrosa en que vivimos; como ciudadano, deseo fervientemente conocer toda la verdad de aquel 11 de marzo, porque de ello depende la legitimidad que deba reconocerle al actual Presidente del Gobierno.


Barlovento Maciñeira       

sábado, 16 de octubre de 2010

Huelga de delincuentes



     Han vuelto a las cloacas. Después de haber organizado una huelga general que se saldó con un rotundo fracaso, Judas y Pilatos, héroes burlescos de una farsa lamentable, se han hundido, nuevamente, en los mundos subterráneos que dan cobijo a los espíritus del mal; y, tal vez, no vuelvan, en mucho tiempo, a ver la luz del día, porque su morada natural es el reino de la hipocresía, y los honrados trabajadores, amantes de la verdad, les han dado la espalda, quizá para siempre.
     Judas y Pilatos, a cual más repulsivo, cantaron, por igual, a voz en grito, el éxito alcanzado con su convocatoria de una huelga general irresponsable. Pilatos llegó, incluso, a decir algo que delata su inabarcable ignorancia: "Hemos roto la barrera del sonido." ¿Sabrá, semejante individuo, que malamente podrá romper otra barrera que no sea la del albero?
     En plena crisis económica, Judas y Pilatos mandaron a sus matones con el encargo delictivo de repartir hostias entre aquellos trabajadores que se negaran a participar en huelga tan criminal; en una España al borde de la quiebra, Judas y Pilatos, conniventes con un Presidente de Gobierno que lo ignora casi todo, pusieron el derecho a la huelga, que nuestra vigente Constitución defiende, muy por encima del sagrado derecho al trabajo, que la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce a todo hombre. Así se entiende que Judas y Pilatos, confabulados con un echador de medias suelas, mantengan, en continua huelga laboral, a miles de sindicalistas "liberados" que, para escarnio del español que vive de su trabajo, cobran, de los Presupuestos Generales del Estado, unas pagas francamente envidiables. ¡Las madres que los parieron!


Barlovento Maciñeira    

viernes, 15 de octubre de 2010

Un país lejano

    

     El navegante de espíritu aventurero que, a lomos de todos los mares, conoce los distintos vientos de la rosa, antes o después pone rumbo a una antigua nación, que se distingue de las demás en que su Gobierno goza de pleno reconocimiento popular. En ese país lejano, que soporta una imperfecta dictadura, oculta bajo el paño de una aparente democracia, el reconocimiento que el pueblo muestra hoy  a sus gobernantes resulta único, en el, tontamente llamado, concierto de las naciones, por sus manifestaciones prácticas. Si un tertuliano se refiere, pongamos por caso, al "inútil cabrón", los demás contertulios adivinan, al momento, de qué ministro del Gobierno les habla; si un funcionario, volvamos a poner por caso, menciona, en un corro de iguales, al "hijo de la gran puta", ninguno duda que señala al Presidente del Gobierno; si alguien, en fin, en la mesa de un café de esa peculiar nación, atribuye algo a "la cerda embustera", cualquiera de sus interlocutores sabe a qué ministra del Gobierno apunta.
     Tan perfecto reconocimiento tardó años en calar en la mayor parte de la sufrida masa popular, debido a que el Gobierno, apoyado en el partido político, nada decente, que lo sostiene, ha sabido embrutecerla con el hábil manejo de los hilos que mueven las marionetas de sus cadenas de prensa, radio y televisión. El Gobierno de esa singular nación, enemigo mortal de ella, se dirigió, a lo largo de muchos  años, mediante mítines infames, a un pueblo, rebajado al estado de la bestia, incapaz, por tanto, de reacción, ante la repugnante mentira que se le vendía, envuelta en engañoso papel de celofán. Pero ese tiempo pasó. Porque la deslumbrante verdad impregna hoy esa masa, y le permite ver el rostro repulsivo de unos individuos -criminales por su conducta, vergonzosos por su ineptitud- que muy pronto dejarán el Gobierno en las urnas. Pues, con toda justicia, merecen salir de él a patadas.


Barlovento Maciñeira   

martes, 12 de octubre de 2010

A modo de presentación

    
     Hay en el Ortegal -punta de lanza del cabo- tres peñascos que, a manera de aguijones, van a convertirse, por capricho de quien esto escribe, en símbolo de la tribuna que hoy comienza su andadura. Porque aquí, lector, encontrarás, ocultos en mis escritos, unos pensamientos, atrevidos quizá, que se clavarán en tu mente, a fin de despertarla del sopor en que, tal vez, se halla sumida. Desde esta Tribuna del Ortegal -abierta a los cuatro vientos, sometida a toda clase de corrientes- saldrá mi palabra vehemente, paloma mensajera que llegará a su destino, por los aires envolventes de Internet, como un canto de esperanza para todo español que, por tal, se tenga. Pues no es casual, amigo lector, que esta tribuna dé comienzo a su periplo, precisamente, el día en que los españoles celebramos nuestra Fiesta Nacional.
     Huelga decir, por lo apuntado hasta aquí, que estos aguijones dejarán en carne viva a esos otros españoles -iletrados e ignorantes- seguidores ciegos de unos cabestros políticos que niegan la realidad de España y, por ende, su unidad territorial. Porque esta tribuna, recién nacida, se declara, ya con su primer vagido, mortal enemiga de esos cabestros que, de un modo criminal, tratan de conducir a muchos camino del matadero.


 Barlovento Maciñeira