Una secretaria, metida en años y carnes, me introduce en su despacho. Al otro lado de una gran mesa en completo desorden, me recibe, sonriente, Argimiro Polvoranca, sentado en un cómodo sillón de piel oscura. Tiene todo el aspecto del hombre que ha pasado, directamente, del agro aragonés al despacho sindical. A su espalda, una enorme fotografía de Pablo Iglesias preside la entrevista.
- Sus comienzos, Argimiro, fueron muy humildes.
- Nos ha "jodío". Mi padre era enterrador en Mancuerda del Olivar, y los muertos que iban al hoyo no pasaban de cuatro al año.
- Su padre se sentiría orgulloso de usted, viéndole tan bien colocado.
- Murió, el pobre, hace seis años, y yo aún no había "triunfao" en esto de la política. Pero sí, estaría "mu" contento, si viera "quellegao". Tenía un orgullo de la hostia. Sus últimas palabras fueron estas: "No consiento que me entierre nadie más que mi hijo." Disculpe, que me se salen las lágrimas, al recordarlo...
- ¿Desde cuándo hace la O con un canuto?
- Desde "mu" pronto. Tendría 14 años. Era el más "despabilao" de la escuela. El maestro me quería mucho. Decía que, si no quedaba corto, llegaría lejos. Y ya ve "usté". ¿Ha visto? ¡Cuatro secretarias, y "to", "pa" mi sólo. Eso sí, hay que valer. Esa ventana da al Acueducto. ¿"Sa fijao"?
- Sí, me he fijado. ¿Trabajó usted en el campo?
- ¡Claro! Y, ya desde "mu" pronto, sentí el ansia de liberar a los humildes de la tierra, a los esclavos del trabajo campesino. Supe "mu" pronto que debía luchar por el bien de mis iguales. Le digo esto "pa" que lo sepa. Con veinte años, no podía ver el trabajo de un burro en la noria de un campesino rico. "Asinque", un día lo solté, y me puse yo a dar vueltas, y a sacar agua del pozo, hasta que me vio mi padre, y me soltó un par de hostias. Mi padre, todo hay que decirlo, no tenía conciencia social; era "mu" buena "presona", pero estaba, el "mu" cabrón, más cerca del patrón que del obrero. No tenía "sensibiliá" sindical.
Suena uno de los cinco teléfonos que tiene sobre la mesa, y Argimiro Polvoranca responde a la llamada, dando órdenes precisas acerca de la próxima manifestación sindical. Y aprovecho la ocasión para despedirme de él, con un gesto, porque no quiero robar más tiempo a este hombre, providencial servidor del proletario, noble ejemplar de la raza humana, que, desde su despacho, promueve la lucha de clases.
Tío Chinto de Couzadoiro
Muy bueno, Debería haber acabado, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o quizás no.
ResponderEliminarSaudos.
Gracias, Helio.
EliminarA veces, la realidad deformada es un reflejo acertado de la auténtica realidad.
Un cordial saludo.
Hola, Chinto!:
ResponderEliminarEs posible que algunos estén política con todavía menos méritos. Yo conozco algunos que no han movido nunca una noria, pero sí están manejando presupuestos o llevando a la práctica atrocidades medioambientales, como si tuviesen capacidad para recrear la naturaleza, sin otra capacidad que la de darle al botón de la cisterna después de cagar.
Un abrazo
Esos que tú conoces, amigo Xesús, suelen empezar vaciando cisternas, para llegar, con el tiempo, al vaciado de cajas de caudales.
EliminarUn cordial abrazo.
Por eso el dicho ese.."el más tonto hace relojes". Al menos tenemos un buen refranero.
ResponderEliminarNuestro refranero es todo un compendio de sabiduría popular. No importa que, a veces, un refrán contradiga a otro; lo importante, Candela, es el conocimiento de la realidad que cada uno de ellos muestra.
EliminarSí, por estas tierras, el más tonto hace relojes o alcanza la Secretaría General de un sindicato.
Vaya como se lo monta el tal Polvoranca.El payo va de redentor y salvador de los humildes,un saludo.
ResponderEliminarTú y yo sabemos, amigo Agustín, que hay muchos que se le parecen. Como bien dice Candela, por aquí "el más tonto hace relojes."
ResponderEliminarUn cordial saludo.