El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 30 de marzo de 2011

ETA en el Consejo de Ministros


    
    Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien la eficaz propaganda de su partido convierte en un hombre de sobrada inteligencia, pronunció dos frases contundentes, con la intención de atacar a sus rivales políticos, que hoy se vuelven contra él con la precisión de un bumerán. Esos proyectiles -"España se merece un Gobierno que no le mienta" y "ETA dice siempre la verdad"-, antes o después, darán con él en tierra, y, tal vez, en el banquillo de los acusados. No creo que el "inteligente" ministro caiga en la desfachatez de asegurar ahora que España se merece un Gobierno que le mienta; pero sí pienso que podría afirmar, en unas horas, que ETA miente siempre. En ese caso, tan previsible, dada la catadura moral del sujeto, quien lo oyera debería lanzarle a la cara, precedidas del insulto más ofensivo, estas palabras: Y con esa banda terrorista, que siempre miente, ¿te atreves a negociar? A esa banda terrorista, después de haberse  ensangrentado con el crimen de la T-4, ¿le dices que el acuerdo político es posible?
  No conviene llamarse a engaño. Toda la indignidad de este Gobierno, toda la vergüenza que nos hace pasar como nación, estaba ya en aquel primer Gobierno socialista que, conseguido el poder en octubre del año 82, condenó a muerte al barón de Montesquieu. Pues, ya entonces, parecía que ETA ocupaba un asiento en el Consejo de Ministros, si bien como objetivo de los GAL. Hace algunos años, cuando nada se sabía aún del llamado caso Faisán, me preguntaba yo qué inmenso favor debía el Gobierno a ETA, para mostrar tanto interés en ocultarnos la realidad del 11-M. ¿Contradicción entre los GAL y el Faisán? Sólo aparente. Responde a la despreciable relación de amor y odio que mantienen, desde hace años, la banda terrorista y el socialismo español.
 El Gobierno de Zapatero, que, para nuestra desgracia, padecemos, ha dado suficientes muestras de indignidad  para no seguir un día más en el poder. El Gobierno de Zapatero y Rubalcaba, que no tuvo reparo en sentar a ETA -hablo con lenguaje figurado- en aquel Consejo de Ministros que decidió el cese del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, debe dimitir en pleno, por alta traición, y, sin dilación alguna, ser juzgado por el delito de colaborar con una banda terrorista que se declara enemiga de la nación española. Más todavía, el Partido Socialista Obrero Español, que, a lo largo de tantos años, sostuvo a este Gobierno corrupto, tiene que recibir, del pueblo español, el castigo ejemplar que le impida presentarse, antes de cuarenta años, a unas elecciones generales. Sólo así será posible que vuelva a hacerlo con el grado de limpieza que cabe exigir a una formación política.

Barlovento Maciñeira          

lunes, 28 de marzo de 2011

Dolor de España


Detrás de un politiquejo
que a la luna llama sol,
con movimiento de viejo
avanza el pueblo español:
despacio cual caracol,
hacia atrás como el cangrejo.

Lajo Demos

2 de julio de 2010



Si un Presidente de Gobierno sale manso,
devuélvase a los corrales por los cabestros.

Don Anónimo Pasquín


     Dicen que la soberanía nacional reside en el pueblo español; aseguran, también, que el Congreso es el templo sagrado en que, a través de unos diputados elegidos por el pueblo, se ejerce tal soberanía. Y yo, de natural crédulo, lo acepto sin condiciones. Ocurre, sin embargo, que, en ese templo consagrado al pueblo español, alguien llamado Rubalcaba -Vicepresidente Primero del Gobierno y Ministro de Interior- me ofendió vilmente hace unos días, y quiero darle ahora la respuesta adecuada. Este individuo vulgar, de aspecto repulsivo e ínfima calidad humana, se permitió contestar, a uno de mis representantes -el diputado que cada semana le pide explicaciones sobre el caso Faisán, que tanto lo compromete-, con una pobre ocurrencia de taberna, falta de gracia, que provocó, no obstante, las carcajadas vergonzosas de la cuadra socialista. Ante tal respuesta, y ante semejantes risas, yo habría entendido que algún otro representante mío en el Congreso, amparado en la inmunidad parlamentaria, les hubiese dedicado, al ministro y a su partido, estas certeras palabras:
     "Señor Pérez Rubalcaba,
       Señores del Partido Socialista:
Nos encontramos en el templo de la soberanía nacional, en esta cámara que es representación del pueblo español. Hay que ser unos auténticos hijos de puta para venir a burlarse, aquí, en su propio hogar, de ese pueblo que soporta, por la incompetencia de su Gobierno, cinco millones de parados; hay que ser unos verdaderos cabrones para reírse aquí, a carcajadas, de ese pueblo al que han llevado ustedes a una guerra disparatada, de consecuencias imprevisibles."

Pelargonio do Peiral

"De bellacos y malandrines es hacer mofa y escarnio de aquellos de que vivimos."
(San Romualdo Iconoclasta)      
  


viernes, 25 de marzo de 2011

Rosendo entra en Cuba


Vida oculta de Pepiño Blanco
(Capítulo 9)

    
     La llegada del "Cabo Machichaco" a La Habana no tuvo el carácter festivo de otras veces. Atracado a uno de sus muelles, el viejo transatlántico español, alegre embajador de la madre patria en todo momento, no recibió, en aquella ocasión, el emotivo homenaje de la Banda Tropical de Camagüey. Los pocos grupos de gente que acudieron a darle la bienvenida, muy reducidos, no mostraban el entusiasmo acostumbrado. La revolución no había triunfado aún, pero cierto grado de tristeza se había adueñado ya de las almas.
     Nueve caballeros de aspecto distinguido, fuera de los cuatro automóviles en que se habían aproximado al portalón del "Cabo Machichaco" cuando dio comienzo el desembarco, esperaban a algún pasajero que, por fuerza, debía ser alguien importante. Lo reconocieron, en cuanto echó pie a tierra, lo saludaron, lo invitaron, amablemente, a subir al primero de los coches, y partieron con él a gran velocidad. Rosendo, encantado con aquel recibimiento tan inesperado, pensó que todo iba sucediendo del modo previsto por don Arsenio Taboada, allá en Lamacido, y contempló la hermosura de la ciudad, a lo largo del breve recorrido que hicieron desde el muelle hasta la comisaría de policía más cercana.
     El comisario pidió a Rosendo que abriera la maleta, y el padre de Pepiño, que no acababa de entender el porqué de la petición, lo hizo, a plena satisfacción del funcionario; pues, ocultos entre una chaqueta y un pantalón, aparecieron, tal como le habían indicado en un soplo, una hoz y un martillo. Rosendo, observando su confusión, le advirtió que llegaba dispuesto a ponerse del lado de la revolución, para liberar al pueblo de la opresión del tirano; el comisario, entonces, que dudaba entre fusilarlo al amanecer y dejarlo en libertad, viendo que el padre de Pepiño Blanco era un tonto del culo sin mezcla, o, por decirlo con la precisa expresión que el comisario empleó, un comemierda inmigrante, resolvió acompañarlo, personalmente, a Sierra Maestra, persuadido de que semejante animal sería más útil, al Gobierno de Fulgencio, si se alistaba en el bando de Fidel.
     Y allí quedó Rosendo, padre de Pepiño Blanco, perdido en Sierra Maestra, como Don Quijote en Sierra Morena, a la espera de alguien que lo condujera a presencia del Comandante.

Tío Chinto de Couzadoiro

Enlace al Capítulo 10:   La soledad de Elvira
Enlace a "Vida oculta de Pepiño Blanco":   Los 39 primeros   

          

miércoles, 23 de marzo de 2011

El retiro del remendón


     Como la fama y el mérito no suelen ir hoy de la mano, estaré de acuerdo con la concesión de un premio, por lo que tiene de reconocimiento de una labor ejemplar, siempre que se otorgue con justicia. El sonriente Zapatero, que debe la Presidencia del Gobierno de España al mayor atentado terrorista cometido en Europa, puede ser, a su manera, paradigma del individuo, perdido en el anonimato de la masa popular, que, favorecido con el gordo de la lotería navideña, se ve, de buenas a primeras, elevado al pedestal de la fama, sin mérito alguno.
     Zapatero -¡qué gran dependiente de comercio hemos perdido!- se encuentra en el declive de su deslumbrante carrera política. No resulta fácil sostener, por mucho tiempo, a un inepto; y Zapatero lo es. Hoy lo sabe hasta el poderoso partido político que, a lo largo de estos años lamentables, ha venido apoyándolo. La idea de la incapacidad del Presidente del Gobierno ha ido calando, de tal modo, en el tejido social que, por más que don José Blanco -otro agraciado con el gordo de Navidad- se empeñe en lanzar, a los cuatro vientos del socialismo, la consigna de que su partido es el de los decentes, el pueblo español pone en cuarentena los cien años de honradez, tan cacareados por el gallinero socialista. Mal puede presumir de honrada la formación política que, durante siete años, ha mantenido, en la Presidencia del Gobierno de España, a un pésimo remendón, de cuyas hazañas dan noticia, a diario, los pocos medios de comunicación ajenos al indecente control del partido de los decentes. Pues bien, este personajillo nefasto, que, probablemente, es más tonto de lo que parece, incapaz de prever las consecuencias de sus disparatados actos, acaba de meternos en una guerra sainetesca que ha de convertirse en su enésima estupidez y, por fortuna, en la sepultura de su vergonzosa carrera. Cuando eso ocurra, este individuo recibirá, como premio inmerecido a siete años de incontables desaciertos que dejan a España al borde de la quiebra moral, económica y territorial, un sustancioso retiro vitalicio, a todas luces injusto. 
     Me permito poner término a mi artículo, con una ingenuidad infantil. ¿Por qué no convocar un referéndum para que el pueblo español dé su parecer sobre este asunto? ¿Por qué premiar con una extraordinaria pensión vitalicia a quien es causa del empobrecimiento general de España?

Barlovento Maciñeira          

lunes, 21 de marzo de 2011

Acción de gracias


Al Divino Carpintero
demos alabanza y loa
cuando saque al zapatero
remendón de La Moncloa.

Lajo Demos

16 de noviembre de 2005


Los españoles no nos merecemos un candidato
a la Presidencia del Gobierno
que haya estado en el Gobierno de los GAL.


Don Anónimo Pasquín


     Si es verdad que una imagen vale más que mil palabras, no encuentro una más poderosa, para mostrar mi visión de algunos políticos de hoy en día, que la de un saco de mierda embutido en un caro y elegante traje a medida. No hablo de Valencia. Hablo de Andalucía.
     Contemplados, en esa mezcla de proximidad y lejanía que les concede la pantalla del televisor, la apariencia de esos políticos corresponde a la del ciudadano respetable, adornado de la más alta virtud social; observados de cerca -en el interior de un gran salón, por ejemplo-, desprenden tan pestilente olor que resulta inevitable abrir puertas y ventanas. En su presencia, se percibe la podredumbre del embuste, la repugnante hipocresía de la maldad, la negra pestilencia del cinismo, el hedor nauseabundo de la vanidad, el fétido aroma de la rapiña que despide ese saco de mierda, elegantemente trajeado, transformado en Consejero, quizá en Director General,  en Presidente tal vez.

Pelargonio do Peiral

     "Toda la esencia que Madame de Recamier consume en un año no bastaría para disipar el mal olor que el Embajador de España desprende en un día."
(Mademoiselle Filomena du Parfum)  

viernes, 18 de marzo de 2011

La hoz y el martillo


Vida oculta de Pepiño Blanco
(Capítulo 8)


     Todo el mundo sabía en Lamacido que el padre de Pepiño Blanco era un animal. A nadie se le ocultaba que Rosendo se había casado con Elvira después de un buen reparto de hostias entre los muchos pretendientes que la moza tenía. En las conversaciones que, con frecuencia, mantenía don Armando Vilariño, médico rural de la zona, con el párroco de San Damián de Lamacido, Rosendo aparecía siempre como ejemplo viviente que ilustraba la teoría de la selección natural, propugnada por Darwin. Rosendo era un verdadero animal que, a dentelladas, coces o cornadas, se había convertido en el macho dominante capaz de depositar lo mejor de la especie en las entrañas de Elvira. Por eso, párroco y médico seguían, con especial atención, la evolución de Pepiño.
     Por aquellos días, Elvira se encontraba en la plenitud de su lujuriante lozanía. Sus pechos, voluminosos y turgentes, sus anchas caderas, firmes y poderosas, y, sobre todo, sus carnosos y sensuales labios, provocaban la codicia de los aldeanos de cualquier edad, que, sin disimulo, la devoraban con indecentes miradas. Una mañana, don Arsenio Taboada, el indiano, que seguía obsesionado con la idea de que Pepiño Blanco era Supermán, dio muestras de su inclinación al comunismo, pensando, en secreto, que no había razón para que Elvira fuera la mujer de un solo hombre. Así que, conociendo la brutalidad de Rosendo, y queriendo mandarlo muy lejos de Lamacido, le habló de la llama revolucionaria que había prendido en Cuba, de la liberación de la clase obrera del yugo opresor del capital, de la justicia que, por fin, se haría a los parias de la tierra. Don Arsenio fue tan vehemente, resultó tan convincente en su exposición, que Rosendo se vio arrastrado por el ideal de repartir hostias, para quedarse con los bienes del terrateniente. Y, cuando don Arsenio Taboada remató la faena, asegurando que el pueblo cubano se había unido en torno a la bandera de la hoz y el martillo, Rosendo, que nada sabía de símbolos, entendió aquello al pie de la letra. Y, cuatro meses después, se presentó en la estación marítima de Vigo, para embarcar en el "Cabo Machichaco", que habría de llevarlo a La Habana, portando en la maleta el "fouciño" y el martillo con los que pensaba derribar el poder opresor del tirano que mantenía sojuzgado al noble pueblo cubano.

Tío Chinto de Couzadoiro

Enlace al Capítulo 9:   Rosendo entra en Cuba
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miércoles, 16 de marzo de 2011

La sombra del manzano


     
     Asegura un viejo refrán español, con la sencillez y la rotundidad de las pocas palabras, que de bien nacidos es ser agradecidos. Pues bien, a lo largo de siete años, el Presidente del Gobierno mostró su entusiasmo a unos, su apoyo incondicional a otros, su agradecimiento a estos, su tierna simpatía a aquellos; a lo largo de siete larguísimos años, Zapatero dejo para la posteridad, en miles de fotos y grabaciones, constancia de su sonrisa inexpresiva, de esa sonrisa que es, a la postre, la más expresiva de la simpleza que colma su alma; a lo largo de estos años que parecen lustros, el Presidente Zapatero recibió, en el Palacio de La Moncloa, a diversos grupos humanos que, por alguna razón, se habían significado. Basta recordarlo, como uno más, entre los componentes de la selección nacional que había protagonizado la meritoria y memorable hazaña deportiva de conseguir a patadas, para España, la copa mundial de fútbol, o entre los hermanos de la VOMACI (Venerable Orden Mendicante de los Actores de la Ceja Izquierda). En aquellos momentos, viendo su indescriptible alegría, percibí, sin asomo de duda, que Zapatero sentía la plena satisfacción del deber cumplido. Pero, hace tan sólo cinco días, al cumplirse el séptimo aniversario del criminal atentado terrorista que acabó con las vidas de 192 inocentes, el Presidente del Gobierno de España no ha tenido la decencia de acudir a ninguno de los actos que conmemoraban tan trágica efeméride. El infame Zapatero, que se muestra tan solícito y agradecido con actores y futbolistas, a los que nada debe, no dispone, a lo largo de siete cochinos años, de unos pocos minutos para honrar a las víctimas del 11-M. Y, sin embargo, si de bien nacidos es ser agradecidos, Zapatero probaría inequívocamente su buen nacimiento y mejor crianza, agradeciendo, a las víctimas del 11-M, la Presidencia del Gobierno, que les debe. Quiero decir, para que no quede la menor duda, que, lo que convirtió a esas personas en víctimas, lo convirtió a él en Presidente del Gobierno.

Barlovento Maciñeira        

lunes, 14 de marzo de 2011

Flor y nata



La joya que nos gobierna,
del partido flor y nata,
si un día mete la pierna,
al otro, mete la pata.

Lajo Demos
14 de abril de 2009



El Presidente del Gobierno
tiene más de seiscientos asesores.
¿Tan burro es?

Don Anónimo Pasquín


     Dicen que ha estado hospitalizado; pero nadie lo vio entrar en un hospital. Aseguran que ya le han dado el alta; mas nadie lo vio salir de centro hospitalario alguno. Y, pese a todo, no dudo que Rubalcaba tiene, cuando se acerca el fatídico 11-M, motivos más que suficientes para enfermar de cuatro o cinco males diferentes. Por ello, encuentro previsible que, superada esa fecha, su recuperación haya podido ser poco menos que instantánea.
     Afortunadamente, no soy víctima del terrorismo, en sentido estricto; pero me consideraré tal, mientras no sepa qué pasó el 11-M. Por esta simple razón, me pregunto, a la vista del indigno comportamiento del Ministro de Interior, si este señor habría sido más diligente, a la hora de potenciar la investigación de aquel atentado, en el supuesto de que hubiese fallecido en él algún pariente suyo. Porque, de ser así, siempre lamentaré que, en uno de los trenes, no haya perdido la vida la madre de Rubalcaba.

Pelargonio do Peiral

     "Cuando un oficial de seguridad no hace nada por el esclarecimiento de un crimen, es tan criminal como el asesino."
(Baronesa Kamasutra von Sforza)   

viernes, 11 de marzo de 2011

Supermán de Lamacido


Vida oculta de Pepiño Blanco
(Capítulo 7)


     El entierro de la marquesa tuvo lugar, dos días después, en el cementerio parroquial de Lamacido. Una larga brisa marina procedente de la ría, acompañada de una lluvia menuda que no había dejado de caer desde hacía varias horas, atemperaba el calor sofocante de la mañana, tan desacostumbrado en aquel tiempo, que, a lo largo del camino que unía el pazo con el campo santo, castigaba al nutrido cortejo fúnebre que lo seguía, tras el ataúd de doña Amalia de Andrade Sotomayor y Lourido de Braganza, deseoso de darle el adiós postrero. Abría la luctuosa comitiva el marqués, junto al Cardenal Arzobispo de Santiago de Compostela -amigo personal suyo-, y la cerraba, de acuerdo con una escala jerárquica socialmente aceptada, el campesinado de Lamacido. Dos pasos por detrás del marqués y del cardenal, vestido con el deslumbrante trajecito que llevaba puesto en el momento de fallecer la marquesa, iba Pepiño Blanco, dando brincos, risueño, en los brazos de su niñera. Y, hacia la mitad del cortejo, don Arsenio Taboada, el indiano, cada vez más convencido de que Pepiño era Supermán de Lamacido, trataba de persuadir de ello al médico rural de la zona, don Armando Vilariño.
     Llegados al cementerio, y ya frente al panteón familiar de los Mombeltrán de Figueroa, deudos del marqués, don Arsenio Taboada, entendiendo que con ello acabaría venciendo la ardua resistencia del médico a aceptar la realidad de la fuerza sobrehumana de Pepiño, le hizo ver que el niño podría haber llevado él solito, sin dificultad alguna, el pesado féretro que habían cargado, a hombros, cuatro mozos de los más esforzados de la aldea; que eso era lo menos que hacía el Supermán de América. Pero don Armando Vilariño, queriendo poner término al prolijo discurso del indiano, lo interrumpió, sin contemplaciones, con estas pocas palabras: "Déixese de trapalladas, don Arsenio, que por aquí as cousas son de outra maneira, e non está o forno pra bolos."
     Y allí quedó, en el nicho que tenía reservado en el panteón familiar de los Mombeltrán de Figueroa, doña Amalia de Andrade Sotomayor y Lourido de Braganza, marquesa de San Damián de Lamacido,  recordada y llorada por todos los que habían acudido a darle su despedida. Y, desandando el camino, el indiano se aferraba aún a una última esperanza de llegar a poner de su parte al médico, tornando al palique con él.
- Tenga en cuenta, don Armando, que, siendo Pepiño Blanco hijo de Rosendo y de Elvira, por fuerza tiene que haber salido muy animal.

Tío Chinto de Couzadoiro

Enlace al Capítulo 8:   La hoz y el martillo
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miércoles, 9 de marzo de 2011

Infección contagiosa

     
     
     Cuando un hijo de puta forma parte del Gobierno de una nación democrática cualquiera, los ciudadanos que la componen  resultan dignos de compasión; cuando son cuatro o cinco los ministros distinguidos con esa triste condición, la ciudadanía de tan desdichado país se hace acreedora de nuestro desprecio, si no se levanta en almas contra el Gobierno.
     Se acerca ya el 11-M. Quiero decir, la fecha en que se cumplirá el séptimo aniversario de aquella terrible matanza, cuya autoría, para vergüenza y seguridad de muchos, se mantiene todavía en el desván de lo ignoto. Y, según opinión de quienes saben algo de todo esto, Sánchez Manzano podría librarse de la pena de cárcel, por la falta de diligencia del Ministro de Interior, en lo tocante a remitir, al juzgado correspondiente, los nombres de los Tedax que recogieron restos de los trenes en que se habían producido las explosiones. Me importa un comino -mejor fuera decir un pito- la infección de orina del ministro Rubalcaba, porque, al fin y al cabo, mi relación con él es meramente profesional, ya que, si contribuyo a pagarle el sueldo que gana, no es por la mejora de su salud, sino por el justo cumplimiento de su obligación; y su deber de colaborar con la Justicia es claro como el agua cristalina de alta montaña. Por otra parte, aunque pueda estar ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del que fuera Hospital "Francisco Franco", como uno conoce sus acreditadas malas artes, piensa que podría tratarse de una estratagema dilatoria más del sobrestimado socialista. Espero, de cualquier manera, que el envío de la información que solicita la juez no requiera la firma del ministro, pues pudiera suceder que don Alfredo tardara en volver ... (1).
     Por cierto, que, en contra de lo que es norma, cuando se trata del ingreso hospitalario de un personaje público destacado, la información no la da "el equipo médico habitual", sino alguien desde el palacio de La Moncloa. Por este motivo, me permito sugerir que la persona indicada para ofrecer el parte médico diario, correspondiente a don Alfredo Pérez Rubalcaba, es doña Leire Pajín, porque une, a su alto rango de Ministra de Sanidad, un vasto conocimiento empírico de las vías urinarias masculinas, puesto de manifiesto al asegurar, con rotundidad, que ella nombra a quien le sale de los cojones.

Barlovento Maciñeira


(1)  A poco de terminar este artículo, leo en el diario El Mundo que "la juez cita a los 48 Tedax que actuaron en los focos del 11-M", y celebro, gozoso, haber errado con mi suspicacia, al constatar el rápido contagio de la infección urinaria de don Alfredo.            

lunes, 7 de marzo de 2011

La pera


Aunque viva, es calavera
que ya va criando malva
esa cabeza de pera
del siniestro Rubalcalva.

Lajo Demos

11 de noviembre de 2010



¡Decid la verdad, cabrones!
¿Qué pasó el 11-M?

Don Anónimo Pasquín


     El actual panorama político español, visto desde arriba, a considerable altura, se me aparece como un enorme retrete en que son perfectamente reconocibles algunos de sus protagonistas más destacados. El mal olor que desprende, por momentos nauseabundo, es consecuencia de la descomposición democrática a que se ha llegado, tras muchos años de abandono en los que ha faltado el higiénico empleo de la escobilla. Políticos de toda laya, pertenecientes a cualquier partido, se han transformado, a mis ojos, en repugnante masa excrementicia, válida tan sólo como estiércol. Alguno, por fortuna, situado sobre el borde del retrete, se libra de la inmundicia, y sabe muy bien lo único que tendría que hacer para salvar nuestra infecta democracia. Pero, por desgracia, nuestra Carta Magna no le consiente tirar de la cadena.

Pelargonio do Peiral

     "Algunos políticos deberían usar pantalones de cuatro perneras."
     (Maurice de la Fontaine de Treví)      

viernes, 4 de marzo de 2011

El acróbata Pepiño


Vida oculta de Pepiño Blanco
(Capítulo 6)

     La vida en el pazo transcurría tan lentamente como aconsejaban los muchos años de los marqueses. Cada hora seguía a la anterior, con la monotonía con que lo hacen las partículas de un reloj de arena, y Pepiño crecía, en edad y sabiduría, bajo la atenta mirada de la marquesa. Al atardecer, sobre todo, cuando la melancolía del ocaso envolvía en negra sombra la noble piedra del pazo, Pepiño, que ya gateaba, se convertía en perrillo faldero que acompañaba, plácidamente, los últimos días de doña Amalia.
     En uno de aquellos atardeceres de sosegada paz, en que la marquesa hacía ganchillo mientras contemplaba el alegre gatear del niño por el salón, el sol mortecino que entraba por una ventana iluminó, como un foco que quisiera destacar algo importante, la parte baja de una pared. Pepiño Blanco, que vestía en aquella ocasión un trajecito azul celeste de seda natural -muy ceñido al cuerpo, y de una sola pieza-, con una braguita roja por encima, y una capita y unas botitas de media caña, rojas también las tres, fue a gatas hasta la pared. Y, como estaba dotado de un espíritu inquisitivo poco común, viendo en ella un artilugio, con dos agujeros a la medida de sus deditos, metió por ellos el índice y el medio de la mano derecha, y recibió una descarga eléctrica de fatales consecuencias. El movimiento que Pepiño describió en el aire, antes de salir despedido por la única ventana abierta del salón, fue semejante al de un globo cuando separamos los dedos que mantienen cerrada su boca. El susto que se llevó la marquesa, viendo la caprichosa evolución aérea del niño por el salón, fue causa de su fallecimiento instantáneo.
     Entre los lugareños que contemplaron el paso veloz de Pepiño, a cuarenta metros de altura, figuraba don Arsenio Taboada, que acababa de regresar a la aldea después de haber pasado, como emigrante, veinte años en Nueva York. Don Arsenio, al observar la horizontalidad del niño durante el vuelo, con los brazos extendidos por delante de la cabeza, y el vistoso colorido de su vestimenta, dio muestras de su conocimiento de la cultura americana, asegurando, a quien quisiera oírlo, que había visto pasar a Supermán de Lamacido.

Tío Chinto de Couzadoiro

Enlace al Capítulo 7:   Supermán de Lamacido
Enlace a "Vida oculta de Pepiño Blanco":   Los 39 primeros   
       

miércoles, 2 de marzo de 2011

Leños en el Congreso


     
     El gran renovador de la escena contemporánea, Konstantin Stanislavski, decía a sus alumnos del Teatro de Arte de Moscú que había que ganarse el derecho a pisar un escenario. Esta exigencia del maestro ruso  trasciende lo meramente teatral y alcanza otros campos en los que, sin duda, no pensaba el eminente reformador.
     Cuando uno ve la ineptitud manifiesta de tantos profesionales de la palabra hablada, resulta inevitable acordarse de Stanislavski para advertirles, mentalmente al menos, que hay que ganarse el derecho a ponerse ante un micrófono; cuando uno recibe a diario el insulto de una página mal escrita, se ve tentado de llamar a su infortunado autor, para reprenderlo, sin piedad, con esta grave amonestación: ¡antes de volver a tomar la pluma, gánate el derecho a publicar lo que escribes!
     El mundo de la política es terreno abonado en que germinan arbustos de incompetencia que, con el paso del tiempo, llegan a su estado de plenitud. El político de hoy en día es una planta de aspecto leñoso, agradable a la vista, que no comparte parcela con el común de los mortales, porque la savia de orgullo que fluye por sus venas no le permite codearse con ellos. De nada serviría, por tanto, reconvenirlo con las prudentes palabras de Stanislavski. Y, sin embargo, a nadie mejor que a él, profesional indigno de la política, convendrían. Por eso, me tomo la molestia de dirigírselas, a sabiendas de que caerán en saco roto. ¡Hay que ganarse el derecho a sentarse en el Congreso! Y, con mucha más razón, ¡hay que ganarse el derecho a ocupar un asiento en el Consejo de Ministros!
     El público que acude en estos tiempos al teatro se encuentra, muy a menudo, con actores que no se ganaron el derecho a pisar un escenario. Del mismo modo, es frecuente dar con políticos que no gozan del derecho a ser nuestros representantes en el Congreso de los Diputados. En uno y otro caso, se impone, como máxima reivindicación del pueblo, el ensordecedor pateo que, poniendo orden en la sala, deje a cada cual en su sitio, y devuelva la sonrisa al rostro cariacontecido de Konstantin Stanislavski.

Barlovento Maciñeira