El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Comicios del noroeste



            El pueblo español hará muy bien en tomar buena nota de la prudencia mostrada por mis paisanos, durante la jornada electoral del pasado domingo, y, sobre todo, en imitar su ejemplo, con vistas a los comicios del próximo mes de diciembre. El pueblo gallego ha sabido oponer, al vaporoso cambio que trataban de venderle los charlatanes de la izquierda, la realidad palpable que le ofrecía Núñez Feijóo. Los gallegos tenemos la certeza de que el cambio no existe; porque, en rigor, cuando el cambio se produce, ya no es cambio.
          Sacamuelas de todo pelaje, al servicio exclusivo de una izquierda que se empeña en seguir viviendo del engaño, llevaron, al mercadillo electoral del noroeste, su abundante carga de morralla demagógica, y se encontraron con un pueblo, hondamente razonable, que, ante las urnas, prefirió dar la espalda a cualquier "trapallada", y actuar con puro "sentidiño" galaico.

Tío Chinto de Couzadoiro


"Vida oculta de Pepiño Blanco"
Enlace al capítulo 7:
Supermán de Lamacido
  

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