El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

lunes, 31 de enero de 2011

ZP


Cada vez que considero
lo que, oculto, no se ve,
me pregunto, Zapatero,
si, al llamarte ZP,
no hablaremos de la hondura
de tus hábitos pensantes,
por ser, esas consonantes,
de zopenco, abreviatura.

Lajo Demos

4 de agosto de 2005



Al retrasado mental hay que darle 
la atención que se merece.
Pero esa atención no puede incluir
la Presidencia del Gobierno.

Don Anónimo Pasquín



     No hace mucho se publicó la sentencia del Tribunal Supremo que prescribe, para Cataluña, la obligación de emplear el español, como lengua de aprendizaje, en el campo de la enseñanza. Las autoridades catalanas no tardaron en anunciar que se pasarán la sentencia por el forro de los "collons", al considerar que su región -la catalana, no la de los "collons"- no cae dentro de la jurisdicción del alto Tribunal. Es natural que así se expresen quienes pretenden ignorar que nuestra Constitución, vigente en toda la nación, declara, en su artículo 123, que el Tribunal Supremo tiene jurisdicción en toda España, y que es el órgano jurisdiccional superior en todos los órdenes. Lo antinatural es que el Gobierno permanezca en silencio, una vez más, ante una declaración de rebeldía como esta. Lo que repugna a la razón es que este Gobierno indeseable, que prometió cumplir y hacer cumplir la Constitución, se la pase por el forro de los cojones.

Pelargonio do Peiral


     "La primera vez que el embajador español pasó por mi cama, tuve la impresión de que la política española se fragua en un burdel; la segunda, quedé convencida de que España es una enorme casa de putas."

(Mademoiselle "Bon Bon" du Folies Bergere)




jueves, 27 de enero de 2011

El desdichado Pepiño



Vida oculta de Pepiño Blanco
(Capítulo 1)


     Pepiño Blanco tuvo una infancia difícil. Eso, al menos, asegura el párroco de Santa Eulalia de Mogonzos, que, por los días a que voy a referirme, lo era de San Damián de Lamacido, en cuya catequesis figuraba Pepiño.
    Pepiño Blanco, desde el mismo instante en que su madre lo dejó en este mundo de pecado, recibió de su padre brutales palizas que no lograron acabar con su vida, porque Pepiño era de pedernal. Tal condición pétrea hacía pensar al párroco que, con el transcurrir del tiempo, podría edificar, sobre Pepiño, su nueva iglesia. Al principio, los vecinos, que oían el ruido estremecedor de los golpes, creían que Rosendo -padre de Pepiño- le zurraba la badana a su adorada costilla. Pero una tarde, cuando, en medio de una de aquellas memorables palizas, vieron salir al recién nacido, despedido por una ventana, comprendieron que quien recibía tan desacostumbrado maltrato no era Elvira, sino el fruto de su vientre. Pepiño, como digo, salió por una ventana, la que daba al corral, y fue a incrustarse de cabeza en un pajar, tras estrellarse, de costillas, contra el hórreo situado en su proximidad. Los vecinos fueron en su busca, y, como es más fácil encontrar, en un pajar, un recién nacido que una aguja, dieron con él enseguida. Lo tomó una mujer en brazos, y lo devolvió a su hogar. Y, a partir de aquel momento, entendiendo los vecinos que, mientras tenían lugar aquellas nunca vistas manifestaciones de amor paterno, Pepiño podía salir por cualquier abertura de la casa, decidieron emplear al infante, como dado, en las quinielas futbolísticas. Si aparecía por una ventana, uno; si lo hacía por la puerta, equis; caso de salir, como un cohete, por la chimenea, dos.
     Pepiño Blanco se fue convirtiendo, poco a poco, en un niño inseguro, acomplejado, asustadizo... (Corto aquí la larga ristra de sugerentes calificativos que se me ocurren, por evitar que mi modo de escribir pueda recordar la torpe prosa de Muñoz Molina.) Y, con los años, ya mocetón casadero, llegó a mostrar, en su relación con la mujer, una inclinación morbosa a los bajos fondos de ésta, como una manera de entrar, de cabeza, por donde había salido. Prueba evidente de que el brutal, y lejano, comportamiento de su padre forzaba, a Pepiño Blanco, a regresar al plácido útero materno.


Tío Chinto de Couzadoiro

Enlace al Capítulo 2:   Pepiño cambia de hogar
Enlace a "Vida oculta de Pepiño Blanco":   Los 39 primeros   

                                

lunes, 24 de enero de 2011

Carta abierta a Fidel Castro



     Me gustaría, Fidel, encontrarme a tu lado en el instante supremo de entregar el alma a Dios; estar a tu cabecera cuando exhales el último suspiro. Pero, ya que no va a ser posible, dejaré por escrito lo que entonces te diría.
     Te veo pálido, Fidel, con el pánico esculpido en tu rostro de anciano. ¿Dónde ha quedado, Fidel, tu valor? ¿Dónde tu mano firme, dueña de vidas ajenas, que hoy no puede defender la suya? ¿Dónde está, Fidel,  el hombre poderoso? ¿Dónde el alcaide criminal del cruel presidio cubano? Todo se ha ido, Fidel; nada te queda. En vida, parecías algo. Hoy eres casi un cadáver que sólo espera la sepultura. No inspiras ningún temor. Tu cama tiene aspecto de ataúd.
     Eres lo que ya no eres. Tus ojos, tan hundidos en sus cuencas que parecen ya en la fosa, se hacen la eterna pregunta de todo tirano, mendigan la eterna respuesta: ¿qué será de mis posesiones cuando yo falte? Voy a tener contigo, Fidel, el rasgo de caridad que no mereces, respondiendo a esa pregunta que te atormenta. La historia te recordará como un hombre nefasto que sembró hambre, muerte y miseria en la fértil tierra cubana; quedarás, en la memoria de tu pueblo, como el criminal stalinista que transformó la Perla del Caribe en un penal.
     Quiero que mis palabras queden grabadas a fuego en tu alma enferma, y te acompañen, Fidel, en el sueño eterno, como eterna pesadilla. El pueblo cubano -tu inocente víctima, Fidel- tomará muy pronto venganza de ti, construyendo, cerca de La Habana, un inmenso cubo de cristal, de cincuenta metros de arista y dos centímetros de grosor. Tu cuerpo será colocado, de pie en su interior, sujeto por cuatro argollas a una de sus caras, para ser visto desde el exterior. Todo el pueblo cubano subirá, por numerosas escalas, a la cara superior del cubo, que formará el techo, y, a través de 2000 agujeros circulares, abiertos en el cristal al modo de antiguos retretes, cagará y orinará hasta que la mierda, con el cubo a rebosar, te deje sepultado para siempre. Los 2000 retretes serán cerrados herméticamente, y el gigantesco cubo quedará, como mausoleo expiatorio, para advertencia de tiranos del mundo entero.

Barlovento Maciñeira        

lunes, 17 de enero de 2011

Actual censor stalinista


     En la última entrada de este blog, correspondiente al pasado 10 de enero, publiqué mi poema "Quisiera", dedicado al 11-M, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo. Ya entonces advertía que esos versos fueron la causa de mi expulsión de la tertulia poética del Círculo de Bellas Artes de Madrid; motivo por el cual considero que tal publicación quedaría incompleta si no le añadiera ahora, a modo de epílogo, el escrito que, como explicación de lo ocurrido, leí, al poco tiempo, en la tertulia literaria "Versos pintados del Café Gijón". Allá va, pues, para general conocimiento.

     A lo largo del pasado curso, fuimos testigos, y copartícipes, de la alegría de varios contertulios nuestros que presentaron sus libros al público o vieron premiada su labor poética. Para no ser menos que ellos, cuando ya el sofocante julio anunciaba el rigor de la canícula, me distinguieron también a mí con un premio literario inestimable, el mayor, tal vez, que pueda concederse a quien escribe, guardando a su musa fidelidad extrema: la expulsión de una tertulia, pretendidamente poética, castradora de la libertad de expresión. El galardón, que recibí de manos del infame poeta que la dirige, se me otorgó por defender, a ultranza, aquello que la Declaración Universal de Derechos Humanos y la vigente Constitución Española me reconocen, inequívocamente: mi legítimo derecho a manifestar, libremente, mis opiniones.
     Que los versos, firmes e inmortales, de Francisco de Quevedo, tan oportunos, hablen por mí, y den entrada a este breve discurso mío, escrito para aviso de navegantes:

"No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente,
silencio avises, o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?"

     El dictador de baja estofa que me concedió tan prestigioso premio, tras oír mi poema "Quisiera", dedicado al 11-M, me aplicó, entre otras lindezas, la de fascista. ¿Por qué? Porque mis versos entraron en sus oídos, no como canto de sirena en los de Ulises, sino, más bien, cual amenazante cartucho de dinamita que ponía en duda la versión oficial del 11-M, absurda, aparentemente inconmovible, que amaga con venirse abajo y aplastar a quienes la sostienen. ¿Soy fascista? Dos días después del mayor atentado terrorista sufrido por nuestro país, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión electoral, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. ¿Puede ser fascista alguien que se pregunta dónde están hoy? ¿Puede serlo quien pide al actual Gobierno la investigación  rigurosa que conduzca al esclarecimiento de la verdad? ¿No será fascista, más bien, quien trata de impedir la difusión de un poema que habla de todo esto? No. De ninguna manera. Este erudito a la violeta de nueva hornada, comisario poético amigo de poner mordaza al disidente, es un ejemplar de otra especie.
     Cristina Almeida manifestó, hace algún tiempo, su deseo de prender fuego a los libros de algunos autores que no comulgan con sus ideas. Hace más de ciento setenta años, el poeta alemán Heine, grande entre los grandes, y judío, sentenció: "Allí donde se queman libros, algún día se quemarán hombres." Proféticas palabras que dan respuesta, y condenan, a la pobre Cristina Almeida. Por su parte, Voltaire dejó escrito algo que debiera avergonzar al sujeto que me tacha de fascista: "No estoy de acuerdo con tus ideas; pero daría la vida por defender tu derecho a expresarlas."
     En la Rusia soviética, bajo la bota criminal de Stalin, vulgares y despreciables escritorzuelos, sin más talento que el de servir, como delatores, al tirano, enviaron, a presidio y a la muerte, a un importante número de grandes novelistas, poetas y dramaturgos que, por serlo, no se habían sometido, mansamente, al dictado nauseabundo de Stalin.
     Termino ya, diciendo que, en una tertulia literaria, hay que perseguir, no a la libertad de expresión, sino al mal escritor. Con ése, hay que ser implacable. Sobre todo, si, siendo un pésimo poeta, es, además, el cercenador Stalinista del divino don de la palabra, el censor de hoz y martillo, que, con mano de hierro, dirige la tertulia. Porque, en un espacio literario, sólo, cuando la planta de buenos escritores hunda sus raíces en el terreno abonado de la libertad de expresión, será posible el florecimiento del autor excelso.

Fernando Lago

6 de julio de 2009
               

lunes, 10 de enero de 2011

Poema dedicado al 11-M

     El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ámbitos culturales, la libertad de expresión.


     Hace poco, se cumplió el quinto aniversario de la mayor matanza terrorista sufrida por nuestro país. Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy.
     El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos.
     Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Quisiera

Quisiera saber por qué
los que ofendían entonces
al Gobierno del PP
no vienen todos los onces
a pedir a ZP
que diga, de buena fe,
quiénes, cómo, dónde y cuándo
guiaron, desde la proa,
a los que después, matando,
lo llevaron a Moncloa.

Quisiera ver al Gobierno
tratando de esclarecer
quiénes pudieron mover
los hilos de aquel infierno;
quiénes pudieron querer,
en aquel amanecer,
abrir la mortal herida
que a ciento noventa y dos
inocentes ante Dios,
con frialdad homicida,
les arrebató -¡rediós!-
lo más preciado, ¡la vida!

Ver al Gobierno quisiera
con nosotros mes a mes,
pues, si tal cosa no viera,
si este Gobierno de cera
no mostrara interés
por descubrir al ciempiés
que, en hora tan puñetera,
nos plantó tanto ciprés,
tanta enlutada bandera,
podría pensar cualquiera
que el Gobierno es responsable,
y sospechoso y culpable,
de esta criminal manera
de obtener coche y cartera,
a golpe de pica y sable.

Quisiera verte de pie,
aquí, como uno más,
preguntándote por qué
no sabemos, ZP,
quiénes se encuentran detrás
de Zougam y los demás.

¡Óyeme bien, ZP,
deja ya tanta sonrisa,
tanto embuste, y date prisa
en revelarnos quién fue!

Si lo ignoras, investiga,
que el cargo de Presidente,
debido al pueblo, te obliga
a descubrirle la intriga
que acabó con tanta gente.

Si lo sabes, y lo ocultas,
el pueblo podrá pensar
que, con desprecio, lo insultas,
y hará bien en barruntar
que detrás debes estar,
como principal actor,
en el papel carcelario
de canalla encubridor
o en el, más patibulario,
de asesino instigador.

Oye, ZP, y entiende:
lo que yo pueda pensar
es algo que, a mi pesar,
tan sólo de ti depende.

Fernando Lago

8 de octubre de 2008





domingo, 2 de enero de 2011

Gobierno y Oposición

     Tal vez sea lo más común, al comienzo de un nuevo año, hacer balance del anterior y tratar de adivinar aquello que el recién nacido pueda depararnos, a lo largo de su corta vida. Siguiendo, pues, tan añeja constumbre, prescindiré, no obstante, del balance del año que se fue, negativo a todas luces, y me centraré en las esperanzas que, a partir de ahora, albergo.
     Lo que espera de mí la clase política es algo que conozco desde hace mucho tiempo. Nuestra mediocre casta parlamentaria desea mi voto; nada más. Por eso resulta tan despreciable. Lo que, probablemente, ignora es lo que yo espero de ella. Así que, como enseñar al que no sabe es una de las obras de misericordia, se lo voy a decir.
     El recuerdo de algunas buenas películas que se han hecho sobre la mafia, la evocación de varias de sus imágenes más impactante, me lleva a no ver, en el Parlamento y en el Senado, salvadas ciertas diferencias notables, otra cosa que no sea el choque de distintas bandas mafiosas, que pretenden imponerse unas a otras. Ya sé que lo que digo resulta atrevido; pero más atrevimiento hay en quienes debieran observar una conducta que no me llevara a pensar tal cosa. Mi esperanza, y mi deseo, en este 2 de enero, es que, dentro del año que comienza, nuestros políticos me permitan cambiar de opinión. No será fácil. La débil democracia que padecemos -tan frágil, aún, por niña- dio lugar a la aparición de unos individuos que vieron, en su dedicación a la política, una ocupación ventajosa, cargada de privilegios, a la que, difícilmente, renunciarán. España me sugiere hoy la idea de un extenso barrio, de Chicago o de Nueva York, en el que dos bandas rivales se disputan el control y el dominio de una población, indefensa ante sus desmanes. Una de esas bandas -el Gobierno- mantiene la hegemonía sobre la otra -la Oposición- desde el día, ya lejano, en que un acto de terror le dio el poder. Aun así, la Oposición va ganando terreno, dentro del barrio, y pronto se impondrá al Gobierno. Y, cuando eso ocurra, todo volverá a ser igual. Pues el Gobierno y la Oposición son dos bandas que, de mutuo acuerdo, intercambian, cada cierto tiempo, sus respectivos nombres -Gobierno y Oposición-, porque, en el fondo, son la misma banda.

Barlovento Maciñeira