El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

martes, 13 de agosto de 2013

El entierro de Alfredo




                No había cumplido aún los cinco años. Pero el escalofrío que sentí, cuando llegué al final de aquella escalera que subía hasta el piso de madera carcomida, hizo que se grabara a cincel, en mi memoria, la visión del ataúd que presidía el velatorio. Y, todavía hoy, permanece en ella, como el recuerdo más macabro de mi infancia. El cadáver esquelético de Alfredo Rubalcaba, desnudo en el féretro, porque nadie, en toda la aldea, había tenido la caridad de vestirlo, mostraba una palidez extrema, un rostro cetrino que era la imagen más espantosa de la muerte.
          Alfredo Rubalcaba vivía solo. Ninguno de sus vecinos quería trato alguno con él. Al descubrirse su cadáver, llevaba dos días muerto. Era un hombre malvado, perverso, uno de esos individuos nacidos para el mal; una criatura, con apariencia humana, hecha a imagen y semejanza de Satanás. Se decía que, por el asunto de la venta del Molino Viejo, había matado a dos hombres. Lo cierto era que, poco a poco, y con muy malas artes, había ido quedándose con las tierras de sus convecinos. Odiado por todo el mundo, su mismo perro, "Negrín", lo había abandonado, y había desaparecido de la aldea.
              El día del entierro, el vecindario en pleno acompañó su cadáver hasta el cementerio. Nadie quería perder la ocasión de ver descender, en la fosa, el cuerpo sin vida de Alfredo Rubalcaba. Incluso "Negrín", de forma inexplicable, entró en el campo santo, y presenció el enterramiento. Y, con la sepultura ya cerrada, y a la vista de todos, se acercó, forzó la deposición, y dejó, sobre la fosa, una enorme mierda, que ninguno de los presentes quiso retirar. "Negrín" salió del cementerio, y nunca más volvió a ser visto por la aldea.

Barlovento Maciñeira

                      "Vida oculta de Pepiño Blanco"
                           Enlace a cada capítulo:  Los 39 primeros

     

5 comentarios:

  1. Unos se llevan flores y lágrimas, otros enormes m.erdas de perro y maldiciones de ultratumba.
    Suerte la de Alfredo. En otro lugar la parroquia lo habría dejado a la intemperie, sin entierro, sin público y sin m.erda.

    Un saludo, artista.

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  2. A veces los sueños se hacen realidad.
    Saludos.

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  3. ¡Bien por Negrín! Las últimas voluntades son las últimas voluntades y exonerar el vientre se debe hacer en el sitio adecuado.

    Las calderas de Pedro Botero tienen un ilustre malo más.

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  4. Por eso, a partir de ese momento, observo que en la hilera de la Santa Compaña hay un ligero olor a muerto. ¡Es que hay fantasmas que nunca llegan a purificarse del todo, coño!

    Un abrazo.

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