El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

domingo, 6 de marzo de 2016

El mono de los platillos



   Decimos que la imaginación es la loca de la casa. Pero olvidamos, muy fácilmente, que, en la casa, hay otras locas. Por ejemplo, la memoria.
   Hace unos días, viendo el debate parlamentario de investidura, torpemente convocado por Pedro Sánchez, recordé las tardes ya lejanas de mi infancia, en que disfrutaba con mi juguete favorito. Era un sonriente mono de hojalata que tocaba los platillos. Yo le daba cuerda, y el mono iniciaba su monótono concierto de percusión. Sin embargo, no sé por qué, al evocarlo, en vez de dos platillos que sonaban, la enloquecida memoria me trajo dos manos que aplaudían (tas tas tas tas tas... tas tas... tas) hasta que la cuerda se acababa.
  Durante su grotesca intervención parlamentaria, el infantil Pedro Sánchez disfrutó, de lo lindo, con el juguete que le habían regalado. Le daba cuerda, en diferentes momentos de su mendaz discurso, y, automáticamente, la servil bancada de su partido político respondía con el aplauso (tas tas tas tas tas... tas tas... tas) hasta que la cuerda, poco a poco, se le acababa.

Tío Chinto de Couzadoiro
  

2 comentarios: