El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

sábado, 23 de enero de 2016

El Gran Cefalópodo



       En la Barcelona cosmopolita de 1934, vivía un célebre volatinero que se ganaba el cocido, con arriesgados ejercicios al aire libre, por toda la ciudad. Se llamaba Pedro Sánchez, y tenía, como especialidad, la cuerda floja. Todos los volatineros barceloneses coincidían en afirmar que Pedro Sánchez era el que la tenía más floja.
     Pedro Sánchez destacaba por su ambición desmedida y por su escasa inteligencia. Aquella mañana de enero, ante un público expectante, situado en torno a una piscina, Pedro Sánchez subió, con traje de baño, al trampolín que se elevaba cuatrocientos metros por encima de la piscina. La temperatura era de unos quince grados bajo cero. Pedro Sánchez saludó al respetable, tomó impulso, y, de varonil salto, abandonó el trampolín. Segundos después, con un estilo impecable, chocó, verticalmente, de cabeza, contra el témpano de hielo que ocupaba la piscina. Por fortuna, el golpe no resultó mortal; pero tuvo sus consecuencias. A Pedro Sánchez se le encogió el cuerpo de tal manera que la cabeza se le quedó pegada a los pies.
    Desde entonces, fue presentado, cada tarde y cada noche, en la pista del Circo Zapatero y Remendón, como "El Gran Cefalópodo, el monstruo de los pies en la cabeza".

Tío Chinto de Couzadoiro       


No hay comentarios:

Publicar un comentario