El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 8 de junio de 2016

El único gran partido



     Los comicios del pasado mes de diciembre, si para algo sirvieron fue para hacernos perder bastante tiempo, y mucho dinero, a los pacientes españoles; porque los distintos partidos políticos, que, con tanto entusiasmo, nos habían pedido el voto, no fueron capaces, después, por simple ignorancia o por pura maldad, de respetar la voluntad soberana del pueblo. Dicho sea esto, con una buena dosis de pitorreo.
     No estamos libres de que tal situación pueda repetirse, tras los comicios de junio. Los partidos políticos, casi por definición, dividen al electorado. Tal vez no tengan otra función que esa. El sufrido pueblo español se halla hoy, políticamente, muy dividido. Sin embargo, hay un partido político, que suele pasar desapercibido, que nos une a todos los españoles. Ese partido político, humilde, como todo lo que es verdaderamente grande, no tiene Presidente, ni Secretario General, ni siquiera unos pocos afiliados; huelga decir que no se presentará a los próximos comicios. Pero será su auténtica alma. El partido político, del que os hablo, se denomina ESPAÑA. De cara al 26 de junio, si queremos que todo nos vaya bien, deberemos reconocerlo, entre los demás partidos que, en la feria electoral, nos tienten con vanas promesas. Y, sobre todo, y sin condiciones, tendremos que darle el voto.
     Alguien podrá preguntarse, quizá, cómo es posible dar el voto a un partido político que no existe. Si es así, le recomiendo que abra mucho los ojos y los oídos, y que no se deje engañar por vendedores de mierda.

Tío Chinto de Couzadoiro
      

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