El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 25 de mayo de 2016

Dicho con cierta guasa



       Basta con echar un ojo a su bandera, para comprender que el proyecto independentista catalán nació con muy mala estrella. Cataluña nunca fue una nación. Y ahí, precisamente, radica su enorme fortuna histórica. Porque, al ir constituyéndose las diferentes naciones europeas, por su propia seguridad, a Cataluña le convenía integrarse en una de ellas. Y, como España le quedaba cerca ...
     Cada vez que observo a un independentista catalán con su bandera, me acuerdo de aquel hombre que se paseaba, por el jardín del manicomio, con algo bastante parecido a una carretilla. Para que fuese una auténtica carretilla, no debería faltarle la rueda.
     La bandera simboliza algo que existe, es la representación de una realidad. La bandera de España hace referencia a esa realidad concreta que llamamos nación española. Por contra, la bandera independentista de Cataluña viene a ser como una carretilla sin rueda. Cuando el independentista catalán va, todo ufano, con su bandera estrellada, no lleva más que un palo con un trapo. La bandera de España nos habla de una realidad; la bandera independentista de Cataluña sólo nos habla del deseo de una realidad. Verdaderamente, salta a la vista que el proyecto de nación catalana nació estrellado.

Tío Chinto de Couzadoiro
   

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