El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 2 de febrero de 2011

La gran violada

     
     La Constitución española es una hermosa mujer de 32 años de edad -joven aún, por tanto- que, por su cuerpo lozano y su atractivo feraz, provoca, en el hombre, el deseo incontenible de violarla. Son muchos los políticos desalmados que, hasta hoy, han sucumbido a su encanto, y caído en tan aborrecible falta. Y serán muchos más los que, en un futuro próximo, vuelvan a hacerlo, porque nuestras leyes, al parecer, no protegen de violadores, como debieran, a la indefensa mujer. Lo diré de otro modo, con un símil culinario. Nuestra Carta Magna es, por su aplicación práctica, la carta de un restaurante de lujo, en que cada comensal pide de ella los platos que más le gustan, y descarta aquellos que no le agradan.
     Afortunadamente, no pertenezco a ninguno de los tres poderes cuya división conforma, desde Montesquieu, el ideal de las democracias avanzadas; pues, dada la grave situación que vivimos en España, tocante a nuestra realidad política, quizá sea lo deseable, más que un exhaustivo conocimiento de las leyes, una buena dosis de sentido común. Declara nuestra Constitución -esa atractiva mujer, tan cruelmente violada- que los españoles somos iguales ante la ley. De momento, no necesito saber más. Si, realmente, eso es así; si todos los españoles somos iguales ante la ley, me pregunto qué castigo debe corresponder al político que viola sistemáticamente la Carta Magna, cuando, después de haber violado yo una ley de poca monta, cae sobre mí el sólido peso del código penal. Puesto que las penas deben ser proporcionadas a los delitos, ¿qué castigo puede merecer el Presidente, de una comunidad autónoma cualquiera, que viola la Ley Suprema? ¿Qué fuerza moral puede tener un juez, para condenarme por algo nimio, cuando sabe que el Presidente del Gobierno -mi igual ante la ley- ni siquiera será juzgado por transgredir, tal vez, la Constitución? Nuestra democracia seguirá siendo de muy baja calidad, mientras la Constitución no pase de carta de restaurante de lujo, al servicio de cada comensal.

Barlovento Maciñeira





2 comentarios:

  1. Buén título, además teniendo en cuenta lo ocurrido hoy con BILDU y el TC.

    Si ya sabiamos que nuestra democracia es, sencillamente inexistente y que la Constitución solo sirve para que la interpreten los ropones sicarios del gobierno, hoy lo hemos vuelto a constatar. Y cada vez lo hace más a la descarada.

    Saludos.

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  2. Gracias por tu comentario, Candela. La verdad es que todo lo ocurrido hoy me mantiene hundido en la tristeza, pensando en los tiempos tan negros que se avecinan. Me temo algo gordo que no soy capaz de concretar; el paso que ha dado este Gobierno criminal sobrepasa la barrera de seguridad del estado de derecho. En fin, a ver si no caigo en la depresión.
    Un cordial saludo.

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