El día 8 de octubre de 2008 escribí un poema, dedicado al 11-M, que, recitado por mí en diferentes tertulias literarias de Madrid, provocó mi expulsión de la que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes. Lo publico ahora en esta tribuna, precedido de las palabras que le sirven de preámbulo, para que se tenga idea clara del grado de persecución a que se ve sometida, en ciertos ambientes culturales, la libertad de expresión.

Dos días después de aquel terrible 11 de marzo, muchos formaron rebaño, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno la verdad de lo ocurrido. Me pregunto dónde están hoy. El día 11 de cada mes, unos llamados Peones Negros, que, de verdad, quieren saber quiénes se encuentran detrás de aquella matanza, acuden a la estación de Atocha, con ánimo de honrar a las víctimas de tan tremendo atentado. En ellos pensaba cuando, en octubre de 2008, escribí estos versos. Me encantaría tener la oportunidad de recitárselos a Zapatero; pero no a solas, sino en un abarrotado Congreso de los Diputados, ante mil cámaras de televisión, en nombre de las víctimas del 11-M.


Fernando Lago

Poema dedicado al 11-M

miércoles, 20 de abril de 2011

El zapatero marxista

     Aseguraba Groucho Marx, con la proverbial seriedad que lo distinguía, que su padre había sido un sastre tan notable que nunca había tenido dos veces el mismo cliente. Eso, naturalmente, ocurría en los Estados Unidos de América, y en otro tiempo; porque aquí, en España, y ahora mismo, conozco a dos jovencitas, hijas de un zapatero que, teniendo la habilidad profesional del padre de los Marx, lleva siete años destrozando los pies de los mismos clientes.
     El papá de las niñas es tan torpe con la cuchilla y la lezna que no se entiende cómo, después de cuatro años de inútil trabajo artesanal, ha podido mantener la confianza de sus clientes. ¿A qué se debe que un mal zapatero haya contado, a lo largo de estos años, con el respeto de una buena parte del pueblo español? Al engaño, sin duda alguna, pues este pésimo artesano ha tratado de ocultar sus muchas carencias, tras la pantalla protectora de una sonrisa simplona, reveladora de su inmensa vaciedad. Pero, también, al apoyo sin condiciones de la facción "Remendones al Poder", que, viendo su extraordinaria capacidad para transformar el cuero en calzado, y, sobre todo, sus descomunales aires de grandeza, puso en sus manos nada más y nada menos que la española piel de toro nacional. Y, a partir de ahí, llevado de su afán social, el remendón concibió la peregrina idea de dar a cada español un par de botas de cuero; todas del mismo número, todas de la misma forma, todas de la misma piel de toro nacional. El resultado bien a la vista está. España es hoy una nación de cojos, por obra y gracia de un zapatero empeñado en poner en nuestros pies unas botas del 36. Hay quien dice -gente maliciosa, claro está- que eligió esa talla única, por corresponder el 36 al año de comienzo de la guerra civil en que fue pasado por las armas uno de sus abuelos. ¡Tonterías! Escogió ese número por mero prurito socialista de quitar, a los que más tienen, para igualarlos con los de abajo.
     Este zapatero marxista, tan semejante al papá de los Marx, tiene, como digo, dos hijas adolescentes que, si al menos salieran tan graciosas como aquellos, nos harían olvidar muy pronto las tristes ocurrencias de su desdichado padre.

Barlovento Maciñeira      

8 comentarios:

  1. Las góticas cianóticas y esféricas
    semejan dos albóndigas sintéticas

    Vampiros morcillones y patéticos
    murciélagos de horror muy esotérico

    Hay que saber estar y no ser cateta
    cuando te lleven de paseo por la jeta.


    Con su permiso, le participo esta rima cruel con la que participé en un concurso de Garabatos en el sitio de Sans-Foy que supongo conocerá, y si no le invito a hacerlo vivamente.

    También le recomiendo los blogs de mis amigos Tannhäuser y Old Nick que seguro serán muy de su agrado...

    No he podido resistirme a la maldad ya que ha mencionado de forma tan explícita a las susodichas...corro presta al confesionario, saludos.

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  2. De tu comentario, Maribeluca, sólo me desagrada una cosa: que me trates de usted. Seguramente me tienes por una persona de cierta edad, y estás en lo cierto; aun así, te invito a que me tutees.
    Dicho esto, debo añadir que tus versos, aunque crueles, provocaron mi risa. Las pobrecillas, después de todo, bastante tienen con ser hijas del panoli que contribuyó a su existencia.
    Entraré en los blogs de tus amigos.
    No tenía noticia del sitio de Sans-Foy, pero procuraré conocerlo.
    Un cordial saludo.

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  3. Oído cocina, es que me educaron así y hasta que no hay permiso...
    Pues míralos, que te lo pasarás muy bien.
    Un saludo.

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  4. Saludos, tio Chinto. Alguna vez he tenido que guarecerme en el cabo Ortegal... y no hay consuelo más grande para quien escapa de la nortada. Ójala sea pronto refugio de otros temporales.

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  5. Debo decirle, Monsieur de Sans-Foy, que, aunque nacido en tierras del Ortegal, mi llegada a los mares procelosos de Internet es tan reciente que no había tenido ocasión, hasta ahora, de coincidir con su navío de alto bordo. Confío en que desde hoy mismo, puesto que navegamos con igual rumbo, nuestros encuentros sean frecuentes.
    Reciba, pues, mi saludo más cordial.

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  6. Bueno... cuando está uno a bordo, no se sabe qué es más peligroso: si los "encuentros" o los "desencuentros".
    Mar en calma y viaje feliz, amigo mío.

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  7. Confío en que esos encuentros no encierren más peligro que el que juntos podamos sortear. La mar es a veces traicionera -bien lo sabe usted, Monsieur-, pero una buena carta de navegación, que señale con precisión las dificultades conocidas, disminuye los riesgos del viaje.
    Una feliz arribada es cuanto deseo a quien me tiene por amigo suyo.

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