Una nación de naciones (4)
El párroco Marcelino Osorio y el sacristán Isidro Montalvo llevaban dos horas enzarzados en una discusión teológica. El sacristán, defendiendo, a ultranza, la existencia de Dios; el párroco, negándola encarnizadamente. El escenario de tan violento enfrentamiento era la nave central de la iglesia parroquial de Hinojosa del Condado, hermoso pueblo alcarreño perteneciente a la nación castellano-manchega. De las palabras, pasaron al desigual reparto de hostias. El párroco, que se las llevaba casi todas, le quitó la espada a la imagen de San Onofre de Oporto, con intención de atravesar con ella al sacristán. A punto estaba de hacerlo, cuando el enlosado de la iglesia cedió bajo sus pies, y los contendientes fueron a caer en el fondo de un profundo socavón. Aturdidos, el párroco y el sacristán se miraron, e hicieron las paces al momento. Estaban, al parecer, en el interior de un túnel que se perdía, a uno y otro lado del punto en que se hallaban. Anduvieron por uno de ellos, alumbrándose con la linterna que llevaba el sacristán, durante más de un cuarto de hora; y, viendo que no alcanzaban el final, regresaron al lugar del hundimiento, salieron del socavón, y volvieron a entrar en él, bajando con cuidado la moto del sacristán.
Diecinueve horas después de un penoso recorrido en moto por el interior del túnel, salieron a la superficie en Badajoz. Y de aquel extraño modo se descubrió el pastel que celosamente escondía el Gobierno Nacional de Extremadura. El túnel se prolongaba, más allá de Hinojosa del Condado, hasta Calatayud, donde se habían detenido las obras, por agotamiento del presupuesto. El proyecto del Gobierno Nacional Extremeño preveía la llegada del túnel a Barcelona, con el propósito de agilizar la exportación de bellotas, para alimentar a los cerdos catalanes. Pero, como digo, sonó la alarma presupuestaria, y la jota se detuvo en Calatayud.
Vueltos a Hinojosa del Condado, una tarde, contemplando el socavón abierto en la iglesia, el sacristán le dijo al párroco, con mucha sorna, que, si un día concluían las obras del túnel, y los extremeños querían amortizar el gasto de su construcción, tendrían que vender, a quince mil euros, el kilo de bellotas. A lo que el párroco respondió que, si los catalanes pagaban ese precio, él empezaría a creer en Dios. Y se enzarzaron en un nuevo reparto de hostias.
Lajo Demos
Si los Cerdos Catalanes
ResponderEliminarPagan Caras las Bellotas,
Aparte de Ser Idiotas,
No Engordarán sus Afanes...
Si El Comercio con España
Sin "Embajadas" se Apaña
Y En Secreto Continúa
por la Subterránea Rúa
¡Crea el Párroco, Ya en Dios
y Vuelva a la Rectitud,
Que el Contrabando Feroz,
Que Realizan los Cerdos
Se Acaba en Calatayud...
Dejen ya de Darse Coz
Y Hostias de Mano Non santa,
El Sacristán y el Carpanta
y CONVIERTANSE, LOS DOS.
Que Con Algo de Andamiaje
Y el Cobro de Algún PEAJE
Repararán Templo a Dios....
Onomatopeyas de Honor.
Acostumbrado Protocolo
y
¡¡RIAU RIAU!!
¡Ja-ja-ja-ja-já! Jocoso comentario el vuestro, amigo Old Nick, que, al igual que otros muchos, provoca mi carcajada, y me permite ver mi propio escrito, bajo un ángulo distinto. No os descubro nada nuevo, si os digo lo que muchos, antes que yo, dijeron ya: el humor es lo más serio que hay.
EliminarCordial abrazo, brindis por el pronto arreglo de España, y alegre y sonoro ¡¡RIAU RIAU!!
Mucho divagar sobre el sexo de los ángeles mientras el mundo se desmorona bajo nuestros pies y el vecino listo saca tajada.
ResponderEliminar¡Ah, Candela, cómo has calado en el cuento, y cómo me satisface saberlo!
EliminarJajajajaja Me he reído mucho :)
ResponderEliminarLo celebro, amigo Orwell. La cosa más seria del mundo, vista en humorística perspectiva, nos aporta un conocimiento más ceñido a su realidad.
EliminarUn cordial saludo.
Pues lo que cuenta no esta muy lejo de la realidad,Ya vez el agua que sobra del rio Ebro prefieren que se vaya al mar,Que repartirla a Almeria o a Castilla.un saludo.
ResponderEliminarCreo que va calando en la sociedad española, poco a poco, la idea de que las autonomías han sido el gran error de la España contemporánea. ¡Hay que acabar con ellas, amigo Agustín, cuanto antes!
EliminarUn cordial saludo.
Sencillamente una pieza cumbre de la Literatura, vive Dios.
ResponderEliminarGran placer leerle.
¡Ja-ja-ja-ja-já! Vive Dios que te quedas corta en el elogio, Maribeluca. ¡Ja-ja-ja-ja-já!
EliminarObservo que me has apeado el "tu", y vuelves, como al principio, a dedicarme un "usted" que me sienta peor que una ametralladora a San Onofre de Oporto. ¡Vuelve al "tu", Maribeluca!
Un artista, sí señor.
ResponderEliminarEl tema de las Autonomías, o Autonosuyas, es de escándalo. Un cáncer.
Un saludo, Tío Chinto.
Estos 17 estados canijos constituyen, amigo Herep, la gran cagada, entre otras muchas, de esta democracia mal parida. ¡Y así nos va, para nuestra desgracia!
EliminarUn cordial saludo.
Túneles, aeropuertos de Ciudad Real y Lérida, 77 universidades, tropecientas empresas públicas...ningún problema que paga el contribuyente.
ResponderEliminarHemos actuado con la imbecilidad propia del nuevo rico que, no sabiendo en qué gastar, de modo razonable, su mucho capital, despilfarra a manos llenas. Y ahora tenemos que pagar, entre todos, los excesos de unos pocos tarados mentales. No habrá justicia por estos pagos, mientras no veamos en la cárcel a los responsables de tanto derroche.
EliminarPues mire por dónde, Tío Chinto, en Cataluña y en tiempos de bonanza, aquel honorable llenó todos los pueblos de costa de puertos deportivos, con sus amarres y esas cosas que le son propias; se llenaron de barcos -que el nuevo rico se compra barco-, y hoy, desde Barcelona a Premiá de Mar, circuito que uno hace dos veces en semana en bicicleta, se vende absolutamente todo. Ya hace tiempo que se vendía todo. Desconozco lo que vale tener un barco aparcado todo el año, quieto y sin arrancar el motor.
ResponderEliminarEs lo propio del nuevo rico, amigo rataplan, gastar el dinero, cuanto más mejor, en costosos caprichos; y el muy honorable lo sabía perfectamente, cuando se dedicó con tanto fervor a la construcción de puertos deportivos.
ResponderEliminarTampoco ando yo muy ducho en lo que puede valer el amarre de un barco; pero sé que el precio es muy elevado. Quiero decir con ello que no hay necesidad de buscarme, como propietario de una plaza de amarre, en cualquiera de los puertos deportivos de ese hermoso tramo de costa que recorre usted en bicicleta.
Un cordial saludo.
Por supuesto "tú", pero hay ocasiones en que hay que inclinarse ante el arte en estado puro- no como esa caca de cuadro famoso- y el respeto debido y la distancia admirativa y esas cosas, eso es de USÍA y con mayúsculas jeje, un abrazo
ResponderEliminar¡Ja-ja-ja-ja-já! ¡Eres incorregible, Maribeluca! ¡No cambies nunca!
ResponderEliminarUn cordial y fuerte abrazo.